martes, 15 de octubre de 2013

Aveiro

Siguiendo mi viaje por Portugal, dejamos atrás Lisboa para llegar al norte. Y poco a poco se ha ido terminando el viaje porque desde que llegamos a Lagos, ya han pasado muchos días, y ya era hora, desde el norte, de decir adiós a Portugal y volver a casa.

Nos quedaban dos sitios para visitar, Porto y Aveiro, y este ultimo es el que os enseño en el blog porque tiene cosas interesantes que enseñar.

Aveiro es una ciudad sumergida en el agua. Un marisma dentro de la misma costa. De hecho si no fuera por las esclusas que tienen los canales, Aveiro estaría, sobre todo la zona antigua, bajo el agua o por lo menos inundada por medio metro de agua de mar.



La Venecia Portuguesa.

Si, podría llamarse así si consideramos que los canales de Aveiro son naturales, la conforma una entrada de agua salada en la tierra con un paisaje completamente acuático, que en su historia se ha ido inundando cada vez que subía la marea, con grandes inundaciones en los años 50-60, y que la ciudad vive alrededor del agua. Hay varias decenas de kilómetros de canales así como una gran extensión de ría.



La diferencia fundamental es que Aveiro es/era un pueblo pescador y dedicado sobre todo al cultivo de las salinas. No tiene ni el Glamour ni la pompa de la ciudad italiana. Hoy en día quedan pocas salinas, pocos almacenes de sal y pocos barcos dedicados a estos menesteres.



Ahora los pocos "Moliceiros" que quedan se dedican al turismo y al paseo por los canales de todo turista que este dispuesto a pagar el ticket de paseo.

La vista desde los distintos canales, el Gran Canal, el Canal de las Piramides, el Cais de Fonte Nova o el Canal de Sao Roque nos presentan la antigua fabrica de cerámica, las esclusas que salen a la ría, las Piramides de Sal o los viejos almacenes de sal que se entremezclan con viviendas y almacenes modernos.



En resumen, no es Venecia pero da el pego, y los Moliceiros son atractivos a la vista por que van pintados a mano con colores llamativos y tienen unos bonitos motivos picantes, humoristicos o simplemente extravagantes. La visita ha merecido la pena.